1 de abril de 2008

Árboles quijotescos (II)

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Como señalábamos en la 1ª entrega, son reducidas las citas referidas al paisaje natural o a la vegetación espontánea por parte de Miguel de Cervantes en esta obra. Pero aunque decimos que son escasas, algunas existen y son de sumo interés. El primer caso al que haremos referencia es el castaño común (Castanea sativa L.). Estos árboles son citados en tan sólo dos ocasiones en el capítulo: “la jamás vista y oída aventura de los batanes”, donde Rocinante y el jumento, Quijote y Sancho llegan a temer por sus vidas. Narra Cervantes como sigue:

Acabó en esto de descubrirse el alba, y de parecer distintamente las cosas, y vio Don Quijote que estaba entre unos árboles altos, que ellos eran castaños, que hacen la sombra muy escura.

Y en efecto así debe ser, pues si por algo destaca el castaño es por su majestuosa copa, cargada de follaje que se traduce bajo él en una densa y compacta umbría. Dicha aventura se localiza muy cerca de Sierra Morena y de nuevo es veraz el autor pues -sin entrar en la conocida polémica de si son poblaciones naturales o fueron favorecidas por los romanos- aún en la actualidad podemos ver numerosos ejemplares por aquellas tierras.



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